Reflexiona:

«No se preocupen tanto por la comida que se acaba, sino por la comida que dura y que da vida eterna.»

Piensa:

Los medios y la sociedad en la que vivimos nos han enseñado a ver a los demás como escalones que podemos usar para llegar a conseguir lo que queremos. Por esta actitud cada día es más difícil confiar en las personas y saber quiénes están a tu lado por aprecio sincero y quiénes por interés de lo que pueden obtener de ti.

Hace un par de días reflexionábamos como Jesús se compadece de la gente que lo sigue y obra un milagro para darles de comer, porque se preocupa por su bienestar. Hoy de cierto modo hace un reproche a esas personas porque se quedaron sólo con el asombro por el milagro, pero no son capaces de mirar más allá y de creer en sus corazones las enseñanzas de Jesús.

Y seguramente muchos de nosotros si nos ponemos a reflexionar, nos daremos cuenta que tenemos una actitud similar para con Dios. A veces pensamos en él como si fuera un genio que nos puede conceder nuestros deseos con solo frotar la lámpara; pero nos olvidamos de que Jesús conoce nuestras intenciones, sabe cuándo actuamos con un corazón sincero y cuándo nos mueve el interés.

Por eso el Evangelio de hoy es una llamada de atención y una invitación a superar nuestra parte mundana en la que nos preocupamos por las cosas materiales; para buscar los bienes espirituales. No dejemos que nuestros intereses mezquinos nos alejen de Dios, sino que con un corazón sincero escuchemos sus palabras y pongamos en práctica sus enseñanzas.

Has pensado ¿cuáles son tus motivaciones para acercarte a Dios? ¿Cuáles son las actitudes que te alejan de él? ¿Tienes un corazón dispuesto para creer en él?

Dialoga:

Señor Jesús, ayúdame a tener una voluntad firme para estar cerca de ti y tu palabra. No dejes que el entusiasmo pasajero me haga perder el rumbo hacia la salvación. Permíteme amarte, creerte y servirte con un corazón sincero y desinteresado, para vivir en tu gracia ahora y por siempre. 

Concéntrate:

Repite varias veces durante el día: «Señor, que no me canse de buscarte»

Recalculando:

Piensa en las veces que solo has buscado a Jesús cuando te interesa que él sea tu mediador. Cuando ibas a rendir un examen importante, o ibas a una entrevista de trabajo, o ibas a un chequeo médico. Está bien acercarse a Jesús en esos momentos, pero debes buscarlo con mayor frecuencia. Ahora para recalcular en tu vida, vas a proponerte para esta semana un momento en el día, para agradecer todo lo que tienes y algo de eso que tú tienes puedes compartirlo con otro que lo necesite. Así te darás cuenta que reorientas tu vida.

Texto del Evangelio de hoy: San Juan 6:22-29

Al día siguiente, la gente que estaba al otro lado del lago se enteró de que los discípulos se habían ido en la única barca que había, y de que Jesús no se había ido con ellos. Otras barcas llegaron de la ciudad de Tiberias, y se detuvieron cerca del lugar donde el Señor Jesús había dado gracias por el pan con que alimentó a la gente. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos venían en esas barcas, decidió ir a buscarlo. Entonces subió a las barcas y cruzó el lago en dirección a Cafarnaúm.

La gente encontró a Jesús al otro lado del lago, y le preguntó:

—Maestro, ¿cuándo llegaste?

Jesús respondió:

—Francamente, ustedes me buscan porque comieron hasta quedar satisfechos, y no por haber entendido los milagros que hice. No se preocupen tanto por la comida que se acaba, sino por la comida que dura y que da vida eterna. Ésa es la comida que yo, el Hijo del hombre, les daré, y ya Dios mi Padre les ha mostrado que yo tengo autoridad.

La gente le preguntó:

—¿Qué es lo que Dios quiere que hagamos?

Jesús respondió:

—Lo único que Dios quiere es que crean en mí, que soy a quien él envió.

 Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.