Reflexiona:
«Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno» (NBD).
Piensa:
Una colmena de abejas es una pequeña sociedad muy bien organizada en donde todas comparten un lazo que las ayuda a identificarse entre sí; hay guardianas, obreras, cuidadoras, constructoras, y cada una se encarga de cumplir la parte que le corresponde para que la colmena se mantenga en producción y por lo tanto sea un hogar armonioso para todas.
Por el contrario, los humanos parece que cada día vivimos más alejados unos de otros, caminamos en medio de la multitud, pero ignoramos lo que los demás necesitan, vamos tan concentrados en nuestras propias preocupaciones que nos olvidamos que la única forma de construir una sociedad mejor, es colaborar unos con otros.
El Evangelio de hoy es la continuidad de esa oración de intercesión ante el Padre, en la que nos encomienda a su amor y a su protección, él nos ha dado todo cuanto tenía para que, aunque no esté físicamente, sigamos formando parte de su divinidad; y con ello nos mantiene unidos al Padre, a Dios mismo. Por lo tanto, no debemos actuar como si estuviéramos solos, sino que debemos trabajar hombro con hombro para caminar juntos hacia la salvación que nos vino a traer.
Hoy Jesús nos pide que llevemos un mensaje de unidad, a un mundo en el que el individualismo y el egoísmo lo han sumido en guerras y peleas, entre las naciones, las familias e incluso al interior de nuestra Iglesia; pero no debemos frenarnos ni rendirnos, sino mantenernos firmes predicando la verdad y el amor de Dios, a pesar de que el mundo nos rechace y nos condene.
Preguntémonos: ¿qué actitudes impiden que nuestras comunidades sean signos creíbles del anuncio que hacemos y de la fe que profesamos? ¿Vivimos realmente la unidad que el Maestro pidió para todos? ¿Cómo vivimos nuestra consagración a la misión que Jesús nos ha encomendado?
Dialoga:
Señor Jesús, no hay nada más grande que el regalo de hacernos tus hermanos e hijos de Dios, ayúdame a ser fiel a este compromiso para saber trabajar al lado de mis hermanos para construir una Iglesia más incluyente, una sociedad más justa, un hogar más amoroso. Que me mantenga unido a ti, para que así esté unido también al Padre.
Concéntrate:
Repite varias veces durante el día: «Señor, que siempre sea uno contigo y con mis hermanos»
Recalculando:
Para redireccionar tu vida hacia lo que el Evangelio te muestra, te invitamos a que descubras en tu interior si existe alguna persona que está más alejada de tu corazón. Puede ser incluso alguien que por algún motivo tú no deseas saber nada de esta persona. Hoy haz un intento de diálogo y acercamiento. Tal vez sea difícil, pero para ser buenos cristianos, es importante que gane el Señor en nuestras comunidades y no nuestro orgullo, que podemos vencer con actitudes como esta. Busca a alguien concreto y si es necesario perdónalo o pídele perdón.
Texto del Evangelio de hoy: San Juan 17:20-26
«No pido sólo por ellos, sino también por los que creerán en mí cuando escuchen su mensaje. Te pido que se mantengan unidos entre ellos, y que así como tú y yo estamos unidos, también ellos se mantengan unidos a nosotros. Así la gente de este mundo creerá que tú me enviaste. Yo les he dado a mis seguidores el mismo poder que tú me diste, con el propósito de que se mantengan unidos. Para eso deberán permanecer unidos a mí, como yo estoy unido a ti. Así la unidad entre ellos será perfecta, y los de este mundo entenderán que tú me enviaste, y que los amas tanto como me amas tú.
»Padre, los seguidores que tengo me los diste tú, y quiero que estén donde yo voy a estar, para que vean todo el poder que me has dado, pues me has amado desde antes de que existiera el mundo.
»Padre, tú eres justo, pero los de este mundo no conocen tu justicia. Yo sí te conozco, y los que me diste saben que tú me enviaste. Les he dicho quién eres, y no dejaré de hacerlo, para que se mantengan unidos a mí, y para que amen a los demás como tú y yo nos amamos.»
Texto bíblico: Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.