Pasajes como la primera línea del prólogo de Eclesiástico, «La ley, los profetas y los demás libros que fueron escritos después, nos han trasmitido muchas y grandes enseñanzas. Por eso hay que felicitar al pueblo de Israel por su instrucción y sabiduría» (DHH), indican que la educación israelita era altamente valorada al final del período bíblico (siglo II a. C.). Sin embargo, aunque la Biblia hebrea, o Antiguo Testamento, es la principal fuente de información sobre educación en el antiguo Israel, esta no presenta ninguna descripción sistemática de la educación. Por el contrario, encontramos referencias dispersas por todas partes, particularmente, en los libros sapienciales como Eclesiástico, Sabiduría de Salomón y Proverbios. No existe fuerte evidencia sobre el contexto en el que se produjo dicha educación: ¿asumieron los padres la responsabilidad de educar a sus hijos? O, ¿confiaron a los niños (y tal vez niñas) a educadores profesionales?
La tarea de describir un sistema educativo para cualquier cultura es desalentadora, puesto que las culturas cambian constantemente. Es muy probable que la educación israelita experimentó muchos cambios durante la larga historia de Israel. Esto es especialmente cierto de las instituciones educativas que fueron afectadas probablemente por los cambios en la historia política. En general, la educación que encontramos en la época de los jueces (siglos XII-XIII a. C.) no siguió siendo la misma que encontramos en la época de los Macabeos (siglo II a. C.), que se vio confrontada por la educación helenística. Por otra parte, la educación no fue necesariamente la misma en los distintos niveles de la sociedad.
Las culturas también absorben influencias de otras culturas. El sistema religioso israelita incluía detallados rituales, símbolos y sistemas que existieron intencionalmente para preservar la tradición y mantenerla pura e incontaminada de fuerzas exteriores. Es decir, la tradición era utilizada para conservar la tradición. Y al mismo tiempo, vestigios de otras civilizaciones, sobre todo las de Canaán, Egipto, Mesopotamia y Grecia, se asimilaron probablemente, de vez en cuando, en las prácticas educativas israelitas.
Las anteriores consideraciones ilustran que la educación del antiguo Israel era caracterizada por una considerable diversidad. El propósito de este ensayo es proporcionar una visión general y cronológicamente organizada de dicha educación.
Antes del exilio
Al principio de la historia hebrea, antes del exilio (ocurrido entre los años 586 y 587 a. C.), los profesores principales eran la tribu y la familia, en especial los padres, y la educación se concentraba en los niños. Los hebreos fueron originalmente tribus nómadas. La formación incluía la participación directa en las diversas ocupaciones agrarias, tales como: la agricultura, la fabricación de tiendas, la fabricación de herramientas y la pesca. El conocimiento fue transmitido a través de generaciones a partir de narrativas contadas durante la larga noche alrededor de hogueras, conversaciones alrededor del pozo o en la casa mientras se hacían las tareas domésticas.
Probablemente existieron en este período algunos establecimientos educativos. Artefactos arqueológicos de Mesopotamia incluyen listas de palabras e instrucciones sobre el cultivo; mientras que los de Sumeria incluyen breves tratados de disciplina y diálogos escolares.
A medida que surgieron los oficios de sacerdote y profeta, se desarrolló una literatura escrita a partir del amplio depósito de tradición oral de la cultura hebrea. Ser capaz de leer se convirtió entonces en una importante tarea. La educación recayó en profesores que enseñaban a leer y a escribir. A los sacerdotes se les consideraba los principales profesores de la comunidad.
Dentro de la comunidad, los profetas también eran considerados maestros. Los profetas hebreos eran considerados el canal a través del cual el Señor podía hablar. Aunque eran adivinos del futuro, estos profetas también desempeñaban la función de errantes instructores públicos que enseñaban al pueblo la Palabra del Señor con respecto a cuestiones de interés religioso, tanto público como privado.
Exilio
Jerusalén fue destruida por los babilonios entre los años 586 y 587 a. C. Los hebreos deportados a Babilonia encontraron usos y costumbres desconocidas que ocasionaron por un lado acomodamiento cultural y, por otro, un intento celoso por estabilizar la tradición que produjo el Código sacerdotal.
La familia era todavía el primer centro de enseñanza en la tradición, incluso durante los 70 años que duró el exilio. Los hebreos consideraban a los niños como un regalo de Dios y dedicaban sus energías a educarlos para el futuro. Los padres eran responsables de su conducta y los primeros maestros. Tanto el padre como la madre eran responsables, pero la responsabilidad principal en la cultura patriarcal recaía sobre el padre, aunque pasajes como Tobías 1:8 indican que las mujeres (en este caso, la abuela de Tobit) también instruían a los niños.
El ciclo religioso de la tradición, tal como se vivía en el hogar, proporcionaba muchos momentos de enseñanza para el niño judío. Festivales y fiestas eran una herramienta de enseñanza muy importante. La pascua, la fiesta de semanas y la fiesta de los tabernáculos proporcionaban oportunidades para que los niños hicieran preguntas y aprendieran.
La educación más formalizada comenzó a emerger durante este tiempo. Los niños aprendían a leer y a escribir; durante la educación primaria, el niño judío aprendía a leer y memorizar porciones de la Biblia hebrea, especialmente el Pentateuco. La educación primaria suministraba al joven judío un profundo conocimiento de la historia mosaica. La educación superior procuraba un estudio más detallado de la ley, su práctica y definición. Las niñas recibían instrucción sobre tareas del hogar, tales como: hilar, tejer, preparar los alimentos y el cuidado de los niños. Las mujeres también recibían entrenamiento formalizado sobre cuestiones de parto y medicina. Existían además otras oportunidades educativas para las mujeres, sobre todo, las de las clases más acomodadas. La abuela de Tobit (citada anteriormente) había recibido formación. Hay un debate en la Mishná sobre la educación de las mujeres, lo que significa que algunos rabinos consideraban a las mujeres candidatas adecuadas para la educación; las tradiciones Bruria también apoyan esta posición de la educación de las mujeres. Los archivos de Babata presentan pruebas de una mujer educada, como también lo hacen los papiros de Elefantina (en Mibtahian).
Los centros de la enseñanza para la comunidad surgieron y se convirtieron años después en la institución conocida como la sinagoga. Filón, un filósofo judío del primer siglo d. C., las llama «casas de instrucción». Era allí que la ley era explicada, precisada y aplicada. Los escribas se convirtieron en personajes esenciales para la enseñanza y la educación de las personas con respecto a la ley.
La preocupación por la educación prevaleció en la teoría y en la práctica. La pedagogía fue moldeada por el deseo de formar a los niños y a la nación para ser santos delante de Dios. La enseñanza fue modelada y ordenada por Dios. Al niño se le enseñaba de a poco, generalmente empezando en las horas de la mañana. Dispositivos mnemónicos fueron diseñados para memorizar con más facilidad. Las parábolas, una herramienta importante y eficaz de enseñanza, eran empleadas para la instrucción moral y se encuentran en casi toda la literatura judía, incluyendo el Talmud.
Después del exilio
Salvaguardar la nación a través de la educación religiosa fue una posición que adquirió mucha importancia en el judaísmo post-exílico. Se desarrolló un elaborado sistema educativo. Los sacerdotes conservaron un papel prevalente en la educación, dedicando tiempo a su deber de administrar el templo. Con el tiempo, sin embargo, las funciones del templo se hicieron cada vez más complejas y su papel como educadores fue asumido, cada vez más, por los escribas. De manera similar, como las tradiciones aumentaron en números y en fines, también se desarrolló un sistema educativo más complejo. Antes las necesidades educativas habían sido suplidas primeramente por la tribu y la familia, pero ahora la educación se hizo universal y obligatoria para los hombres y los niños judíos.
El papel de los sacerdotes y los profetas como maestros comenzó a decaer. El papel de los escribas como la clase dedicada a la enseñanza adquirió fuerza. Los escribas consideraban su trabajo como algo sagrado. A ellos se les dio la tarea sagrada de transmitir las leyes dadas por el Señor. Interpretaban las leyes para la gente, guiaban el pensamiento religioso y la educación, establecían escuelas y colegios, y enseñaban la educación tanto pública como privada. No todos los escribas formaban parte de las tareas religiosas, sino que también se desempeñaban como notarios, abogados en asuntos seculares y secretarios.
Dos grandes nombres están asociados con la educación judía. En primer lugar, Simón ben-Shetach, hermano de la Reina Alexandra (reinó entre los años 78 al 69 a. C.), quien declaró obligatoria la educación primaria. En segundo lugar, Josué ben-Gamala, quien fue sumo sacerdote entre los años 63 y 65 d. C., estableció que los maestros debían ser nombrados para cada distrito y que los niños debían ser presentados a los maestros asignados a la edad de seis o siete años. Aunque hubo educación antes de Josué, este sumo sacerdote la reformó e hizo que la educación fuera universal y más eficaz.
El maestro era tenido en gran estima. En algunos casos, el respeto por el profesor superaba probablemente el respeto hacia los padres. Había algunos requisitos. El profesor, incluso de primaria, debía ser varón y casado. No debía ser ocioso, sino ecuánime y con altos estándares morales. El carácter moral del maestro era considerado más importante que su nivel académico. El maestro debía enseñar sin recibir pago a cambio. El ideal era que un maestro debía tener un oficio que satisficiera sus necesidades materiales y así poder enseñar gratis. Los rabinos pensaban que había un cierto peligro si simplemente se dedicaban solo a lo académico. Todo el mundo necesitaba ser hábil en un oficio. Algunos maestros también eran molineros, carpinteros, zapateros, vendedores, destiladores de perfumes. El privilegio más grande de la vida era ser maestro, porque enseñar a un niño la ley era considerado un gran honor.
Los métodos de enseñanza eran uniformes, basado en la lectura y el aprendizaje oral y llevado a cabo a través de la repetición. Un erudito debía poseer y entrenar su memoria retentiva, ya que toda la educación judía se basaba en la repetición paciente y la diligente memorización. El rabino Akiba la describe así: «el maestro debe esforzarse por hacer la lección agradable a los alumnos por razones claras, así como por repeticiones frecuentes, hasta que ellos entiendan completamente el asunto y sean capaces de recitarlo con gran fluidez». La enseñanza, especialmente en las escuelas rabínicas, también incluía el debate y la práctica.
En la escuela primaria, todos los niños judíos aprendían a leer, así como los fundamentos de la aritmética. Se aprendía a leer mediante la lectura en voz alta de las porciones de las escrituras hebreas. Tan pronto como el niño aprendía a leer, rollos de pergamino con pasajes específicos en ellos le eran dados para leer en voz alta y memorizar. Estos pasajes eran considerados básicos: el Shema (Deuteronomio 6:4-6); el Hallel (Salmos 113-118); la historia de la creación (Gen 1-5); la ley Levítica principal (Lev 1-8). Además, el niño debía encontrar y aprender un texto personal, un texto que comenzara con la primera letra de su nombre y terminara con la última letra de su nombre.
Conclusión
La educación en Israel seguía siendo una fuerza constante y poderosa en los hogares y la sociedad israelita, aunque su forma y contenido cambiara según las necesidades de los diversos tiempos y lugares. Sin importar la época o el lugar, la educación proporcionaba una estructura para transmitir enseñanza valiosa y la tradición sagrada y, como tal, debe considerarse uno de los pilares fundamentales de la vida y la fe del pueblo de Israel.